Florencia es un paraíso para cualquier amante de la historia del arte. El mejor lugar para contemplar la producción artística del Renacimiento, ya que es la ciudad que posee más obras pictóricas y arquitectónicas de esta corriente artística.
Más de un viajero podría quedar abrumado por la belleza y la intensidad del casco antiguo de la ciudad. Es el conocido como mal de Stendhal. Dicen que en 1817 este escritor francés, tras pasar un día paseando por la ciudad admirando iglesias, frescos y estatuas, comenzó a sentir angustia y vértigos. El médico le diagnosticó una “sobredosis de belleza”.
Ahora que estáis prevenidos de la enfermedad florentina comienzo el tour. La ciudad no es muy grande y lo mejor es recorrerla a pie. Uno de los más famosos monumentos góticos es el Duomo (catedral) de Santa Maria del Fiore. Destaca la enorme cúpula diseñada por Brunelleschi, que es una referencia visual en toda la ciudad. Junto a este templo las iglesias de Santa María Novella (en la imagen) y Santa Croce son el símbolo del orgullo florentino. En Santa Croce se encuentra enterrado Miguel Ángel, pero además no os olvidéis de los frescos de Giotto, considerado el primer pintor moderno.
Además de las iglesias, otros lugares importantes a visitar son las plazas y los palacios, donde vivían las poderosas familias del Renacimiento. El palacio Pitti es el más significativo. Como muestra del arte civil está la Plaza de la Señoría. Los puentes que cruzan el río Armo, que divide Florencia en dos, también son magníficos.
Después de todo no sé si tendréis fuerzas de visitar algún museo. Os aviso de que para ver el David de Miguel Ángel en temporada alta hay que reservar con antelación…
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